PErsonajes perdidos

El Público

Con los ojos como platos varios serios seres miraban entusiasmados el ensayo. El niño sentado en el suelo, imaginaba luces con sombras que bailaban entre el gato y el pez.El actor se regocijaba creativo visualizando escenarios de diez millones de posibilidades. Y entre tanto yo los observaba acostumbrado. La música hizo algo extraño en nosotros y como vapores de colores nos fuimos mezclando en un sin fin de danzas volátiles. Hoy me presento ante ustedes como el Público.

El Antropo-ratolobo

Dicen que tenía orejas de lobo y una boca de ratón. Le gustaba caminar erguido con sus harapos grasientos por entre las fabricas Nazis de crear jabón. Cuentan que nadie lo vio nunca pero que todos olieron su fétida esencia, era la navidad del futuro que se aproximaba entre la nueva nieve de cenizas.
Dicen que ya entonces poseía en el ojal de su chaqueta un símbolo capitalista.

El Hombre Orquesta

El hombre orquesta estaba aun en el vientre materno, sintiendo la samba de la las caderas de su madre, y el rítmico corazón. El tambor y los platillos y la armónica estaban con él en ese cálido momento y el color rojo lo inundaba todo, cuando, de repente, el tempo paso de ser como una brisa que llega del mar a una estación de metro a las dos de la tarde, con la gente loca enclaustrada en los vagones gritando por el móvil, en solo un compás. El bombo de su madre en silencio comenzaba a cambiar y con voz de soprano, Mama Hombreorquesta (Nombre propio de la madre del niño), pidió ayuda para ir al hospital, que rompía aguas.

Jugando al escondite era un desastre y echando carreras y con el equilibrio, pero la verdad es que pese a todo tenía un mogollón de amigos porque... bueno, es evidente, era un hombre orquesta.

De mayor quiso ser fontanero, pero lo llevaba en los genes y cuando vio que era inevitable, se gastó todo su dinero en un carro y lo llenó de cacharros. Así se dedicó por siempre a la venta ambulante por el mundo de los cuentos y por supuesto a la caza de duendes mágicos.